Tomado del periódico El Mundo de Córdoba
Los mejores actos eran los que él mismo arruinaba, y esa era la magia de Beto el Boticario
Juan Carlos Cortés S. /El Mundo de Córdoba
México 28 de julio, 2009
Recordar un número de Beto el Boticario lleva inevitablemente a una sonrisa.
Sus números fueron "legendarios", "carísimos" y vistos inagotablemente por los televidentes de la década de los setentas y ochentas, primero en sus apariciones en Siempre en Domingo con Raúl Velasco y posteriormente interrumpiendo a los presentadores de La Carabina de Ambrosia.
El famoso Beto el Boticario (Roberto Ramírez Garza en la vida real real) nació en en Monterrey, Nuevo León, y su carrera comenzó a crecer conforme crecía el cine mexicano.
"Mi comicidad siempre ha sido blanca, sin decir groserías y sin meterme en política", dijo en una entrevista al diario La Jornada en 2002.
http://www.jornada.unam.mx/2002/11/26/06an1esp.php?origen=espectaculos.html
Su mote, "boticario" lo tomó de uno de los trabajos que tuvo en su ciudad natal, ya que fue mozo en una botica. "El Boticas" lo llamaron en su barrio.
Ya involucrado en la comicidad, su nombre cambió: dijo en la entrevista: "Pocos años después, cuando ya estaba de gira en una caravana artística, un colega me confesó que mi nombre de batalla, en ese entonces Don Beto, no emocionaba a nadie, y fue cuando vino de inmediato el recuerdo a mi mente: Beto el Boticario".
Su ficha en IMDB incluye decenas de películas desde 1956, en todos los casos como actor secundario.
http://www.imdb.com/name/nm0709176/
Trabajó al lado de los grandes de la época entre ese año y los setentas: Tintán, "El Santo" y Eulalio González "Piporro", entre otros.
Su fama llegó en su participación en el programa Siempre en Domingo. Ahí, teniendo de fondo la pieza "Angel" de Wes Montgomery e interpretada por la orquesta de Gustavo Pimentel "El Zopilote", el "Magazo"
como él mismo se hacía llamar le daba un toque cómico al programa musical junto con "La India María".
Presumido de sus actos, a su número lo hacía llamar "La hora cuchi cuchi, La hora Chimengüenchona, La hora ya-vas-que-chutas"... o "La hora quítate-que-'ai-te-voy'.
El mismo papel lo repitió para La Carabina de Ambrosio, donde los presentadores eran interrumpidos para el "gran acto" que había costado "mucha pachocha (dinero)".
César Costa,
Manolo Múñoz, Gualberto Castro, Fito Girón y Paco Stanley fueron los patiños de Beto que llegaba en una nube de hielo seco y apoyado por la modelo Gina Montes.
La clave del "Magazo" era arruinar él mismo su rutina. Descubrir al espectador la clave de su acto.
Uno de sus recordador números era aquel donde anunciaba que aparecería una paloma y comenzaba a pedir "¡una jaula, una jaula!" hasta que le informaban que no había jaulas, entonces decía... "¿No hay jaula?... entonces... no hay paloma".
Igual de cómicos eran el "globito misterioso", el "huevo misterioso" o "el plátano viajero" o "el pañuelito viajero". ¡Qué grande eres magazo! decía invariablemente al terminar sus números, que no eran trucos, sino "experimentos".
Decía Roberto Ramírez sobre su personaje "No me molesta que me hayan encasillado en el personaje del Magazo, ya que ese señor es, valga la redundancia, mío de mí, es decir, soy yo y no hay más, y si los hay, pues son imitaciones pinchonas".
Su presunción sobre los gastos de sus números que incluían globitos, huevos, mascadas, flores de papel y varitas de cartón superaban, según su rutina, los miles de pesos.
Enfundado invariablemente en un smoking, Beto el Boticario agotó sus actos, los repitió siempre, los explotó con pocas varianes y siempre fueron un éxito cómico.
Hoy, el "Magazo" murió, hizo su último número y terminó "La hora cuchi cuchi".
"'¡Otra, otra, otra!"
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