¿Usted ya sabe por quién votar este 5 de julio? No me lo diga, el voto es secreto. Mejor aún, ¿ya sabe si va o no a votar? El plus-ultra si es que decide votar: ¿sabe usted qué va a hacer cuando esté en el cubículo para claustrofóbicos de su casilla electoral y tenga la boleta en la mano? ¿No? No se preocupe, yo tampoco, pero sí sé que iré a votar y no anularé mi voto.
En este punto del post todos se estarán preguntando si se me pasó el medicamento, ése para que no escuche voces, o que seguramente estoy sobrio por lo cual estoy diciendo puras pendejadas. No. Aunque en un principio, al igual que muchos, pensaba anular mi voto, no lo haré por la simple y sencilla razón de que, sí, odio a la clase política pero el único beneficiado con la anulación de mi voto sería... la clase política (Shakespeare échate este dilema).
Mucho se ha especulado acerca de las teorías de conspiración detrás de la campaña de anulación del voto (¿qué? ¿no tuvimos suficiente con la influenza?), principalmente que es un movimiento que promueve la derecha, al grado que hasta el señor Sánchez Susarrey ha declarado -seguramente para descalificar el compló- que es un movimiento legítimo en defensa del pueblo para demostrar nuestro hartazgo hacia los políticos. Si dicha conspiración es cierta, los ganadores son, una vez más, la clase política en general, y olvídense si el PRIAN se ve beneficiado (aunque claramente serían los que se llevarían la mejor tajada del pastel); por otro lado, si la conspiración es producto de la imaginación de gente 'catastrofista', anular el voto tendría exactamente el mismo resultado. Suponiendo que se lograra el escenario soñado, el abstencionismo o anulación del voto generalizados, eso no nos exenta a que los partidos hagan lo mismo; obviamente ellos van a votar (cada quien para su propio santo), por lo que a más de uno no le agradaría el hecho de dejarles a ellos la decisión final y el futuro político del país ¿Creen que entre ellos se van a pelear realmente pensando en lo que es mejor para el pueblo?
Mirando hacia el próximo 5 de julio y pensando a futuro, habría que hacer una segunda lectura a la estrategia de la no-acción como protesta y medio efectivo para hacer valer el derecho del pueblo. Es comprensible y justificable el descontento existente hacia los partidos políticos, pero si estamos tan hartos de los tipos que están en el poder y que se sirven con la cuchara grande ¿no sería mejor que los quitáramos de ahí? ¿Cómo esperamos que realmente cambien las cosas si no hacemos nada al anular el voto o si nos abstenemos de hacerlo? Como decía la fábula de la tortuga trepada en el poste: "hay que ayudarla a bajar de ahí". Y en este caso ya no nos interesa saber cómo llegó hasta ahí, hay que bajarla, hay que bajar a la clase política corrupta, a los impunes, a toda la bola de ineptos que nos están sofocando. ¿Cómo hacerlo? Votando, y no votando por colores, votando por propuestas que sean benéficas para nosotros, y exigirles a nuestros representantes (porque eso se supone que deben ser los políticos) que las cumplan.
Yo sí voy a votar ¿Y usted?
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